Un debut soñado, un premio para quien hizo diferencia en el partido. Por inteligencia para moverse en el espacio, porque se sacrificó por momentos para retroceder y darle un respiro a Mas cuando lo atacaban por la banda izquierda, porque se animó a rematar cuando las piernas pesaban y cuando de reojo observaba que el cartel del cambio era por él, Alexis Mac Allister, un refuerzo que no tuvo la estridencia de las negociaciones de De Rossi o Salvio, resultó la guía y el goleador de Boca; el héroe de una noche en la que los xeneizes no solo se impusieron 1-0 sobre Athletico Paranaense, también enseñaron que aprendieron la lección. Y hasta el destino le hizo un guiño cómplice, con el penal que estrelló en tiempo de descuento Marco Ruben.
Cambio la piel Boca. El sonoro cachetazo que le aplicó este mismo rival en abril pasado, cuando se midieron por el Grupo G, en este mismo escenario, encontró una respuesta. Un poco por la metamorfosis que sufre el plantel en un mercado de pases que se hizo fuerte cuando la competencia estaba encima, pero también por una actitud mejorada, respecto a aquella noche en la que la estrategia del entrenador Alfaro y la ejecución de los futbolistas fue arrasada por Athletico Paranaense. Entendió, en parte, cómo debe afrontar esta clase de desafíos: con la cabeza, pensando en que un movimiento necesita de otro para progresar; con el cuerpo, enseñando espíritu de lucha, sacrificio.
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El césped sintético resulta siempre un reto para los equipos argentinos. Le pasó aquella vez a Boca y aunque hizo un par de prácticas de adaptación en el país, no todos los compuestos o el corte es el mismo. El pique y la velocidad que toma el balón, modifica la secuencia. En la noche de Curitiba, jugadores como Zarate y Mac Allister fueron quienes domaron la pelota, quienes le mostraron al resto cómo y por dónde debían transitar. No fue una casualidad que de los pies de ellos, Wanchope Ábila dispusiera de dos situaciones para marcar: el goleador, reemplazante de Darío Bendetto, una de las bajas más sensibles según el concepto del cuerpo técnico y que ya arma las valijas para marcharse a Olympique de Marsella, eludió al arquero Santos en la primera oportunidad, pero el apresurado y efectivo cierre de Márcio Azevedo le impidió gatillar; más tarde, después de que Mac Allister anticipara a Bruno Guimaraes -al minuto de juego se ganó la tarjeta amarilla por falta al exvolante de Argentinos-, remató y el guardavalla ganó el duelo.
Boca generó riesgo con un tiro libre que ejecutó Mac Allister y en cadena no llegaron a conectar Goltz, Júnior Alonso y Más. Una alineación más combativa, con el juvenil Nicolás Capaldo en lugar del colombiano Sebastián Villa entre los volantes, para auxiliar al uruguayo Nández y a Marcone, le posibilitó a Boca dividir la tenencia y enredarse en la pelea si la jugada pedía fuerza y pierna templada. Con esos intérpretes intentaba ejercer una presión alta, quitarle espacio y apurar el primer pase, el que conduce Lucho González. Apenas en un puñado de ocasiones, Athletico Paranaense rompió el cero: Bruno Guimaraes y Nikao, con remates de media distancia, hicieron revolcar a Andrada; también lo intento Rony, pero ninguno acertó al cuadro.
Aquietó el ritmo, manejó los tiempos, insinuó algún movimiento ofensivo como para preocupar a Athletico Paranaense, aunque fueron amagos, con menos convicción que los ensayados en el primer capítulo. Cuando sintió el desgaste, Boca cambió piezas. Alfaro intentó oxigenar la ofensiva con los ingresos del venezolano Jan Hurtado, que hizo su debut, y de un histórico como Carlos Tevez; más tarde le dio minutos a Reynoso
A la espera de Salvio, porque De Rossi no está inscripto para la serie de 8os de final, los dos refuerzos de elite que incorporó Boca; espiando la recuperación de Lisandro López y el regreso de Izquierdoz para darle forma a la zaga central titular; con Pavón en las gateras, Boca tiene piezas para animarse a soñar. En Brasil cumplió con el aprendizaje de la primera lección.